lunes, 14 de enero de 2019

Escribir todos los días, mi progreso hasta ahora.

 

¡Hola, hola! El año pasado inicie con muchas ganas mi proyecto de escribir todos los días sin excepción hasta que se hiciera un hábito.

Es un ejercicio que he aprendido y llevado a cabo gracias a Gabriella literaria, este sería mi segundo año consecutivo y obviamente va mejor, pero me tuve que enfrentar a algunas cuantas pericias para poder lograrlo.

El primer trimestre todo fue miel sobre hojuelas, el problema es que para abril ya no tenía ideas, ganas, ni fuerzas para continuar. De hecho ni en mayo, ni en junio y para julio termine teniendo un colapso nervioso del tamaño de Saturno, fue malo y una vez que llegas a ese punto todo toma perspectiva.

¿Entonces qué paso?

Pues que este oficio necesita estimulación, duh. Como creador necesitas inspiración constante. Las ideas deben trabajarse y no surgen por generación espontánea, a veces sí, pero no puedes depender de ello, así que ese dicho de que la inspiración debe encontrarte trabajando es más que cierto, lo aprendí a la muy mala. Pero lo aprendí. Antes de eso parecía una abstracción y también como lo indica la propia palabra, inspiración significa “en espíritu”, así que eso me obligo a desarrollar estrategias para estar en comunión con el universo, si no eres tan religioso para usar sus términos.

Así que por eso falle al principio, no tenía estimulación, mis ideas estaban desordenadas y me ponía metas poco realistas, sin mencionar que mi espíritu estaba disperso.

Una vez que esto quedó sobre la mesa, la solución casi se presentó solita o más bien en la forma de un proyecto que  he realizado de manera intermitente. Yo trabajo con la educación y el arte y realmente me encanta, así que por consiguiente he escrito mucha ficción inspirada por ello,  así que una vez que me recupere del colapso y volví a mis sentidos, la necesidad de escribir fue muy abrumadora pero mucho más centrada, organizada y orientada a objetivos claros y precisos.

Visito muchos museos y las ideas sobre ellos empezaron a surgir y se convirtieron en un hervidero de inspiración y trabajo, el cual me ha obligado a construir un art verso relacionado a mis incursiones a los museos de mi ciudad. ¡Y es genial! actualmente trabajo en cuatro novelas simultaneas al respecto y no dejo de escribir no importa si me atasco con una, salto a la siguiente y si se me acaban las ideas voy a mis fuentes o sueño aunque eso es otro asunto, del cual les contare luego. Y si eso  no funciona hago historias más pequeñas o poemas ligeros para desestresarme, es decir no dejo de escribir, pero sin la presión de los números o la necesidad de hacer la cosa más perfecta porque para eso es la edición.

Construí grandes etapas para organizar mi proceso, sin entorpecer o abrumar la necesidad primaria de crear y eso ha sido maravilloso para mi salud mental.

Aunque no fue lo único que construí, empecé a diseñar talleres sobre todas las cosas que hago para poder ser una mejor escritora, entendí que me gusta mucho experimentar y no puedo limitarme a un área nada más de creatividad y puse sobre la mesa mis pasiones y como relacionarlas entre sí, al mismo tiempo que voy creando un campo de oportunidad, ya que incluso mi trabajo principal es freelance.

Sobre ello les estaré contando en las próximas entradas, tal vez antes haga una entrada sobre el nanowrimo 2018, es la primera vez que termino no uno, dos proyectos, aunque sean cuentos pequeños y creo que eso es un gran avance.

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