¡Hola, hola! El año pasado inicie con muchas ganas mi proyecto de escribir todos los días sin excepción hasta que se hiciera un hábito.
Es un ejercicio que he aprendido y llevado a cabo gracias a Gabriella literaria, este sería mi segundo año consecutivo y obviamente va mejor, pero me tuve que enfrentar a algunas cuantas pericias para poder lograrlo.
El primer trimestre todo fue miel sobre hojuelas, el problema es que para abril ya no tenía ideas, ganas, ni fuerzas para continuar. De hecho ni en mayo, ni en junio y para julio termine teniendo un colapso nervioso del tamaño de Saturno, fue malo y una vez que llegas a ese punto todo toma perspectiva.
¿Entonces qué paso?
Pues que este oficio necesita estimulación, duh. Como creador necesitas inspiración constante. Las ideas deben trabajarse y no surgen por generación espontánea, a veces sí, pero no puedes depender de ello, así que ese dicho de que la inspiración debe encontrarte trabajando es más que cierto, lo aprendí a la muy mala. Pero lo aprendí. Antes de eso parecía una abstracción y también como lo indica la propia palabra, inspiración significa “en espíritu”, así que eso me obligo a desarrollar estrategias para estar en comunión con el universo, si no eres tan religioso para usar sus términos.